Frank Lloyd Wright (1867 - 1959) fue sin duda uno de los más grandes arquitectos del siglo XX, entre sus obras más importantes están el Solomon R. Guggenheim Museum en NY, la Casa Kaufmann —mejor conocida como la Casa de la Cascada— y el Imperial Hotel en Tokio.
Entre sus obras no tan conocidas también se encuentra la Casa Berger, en California, aqui uno de los planos.
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"Temprano en la vida tuve que elegir entre la arrogancia honesta y la humildad hipócrita. Elegí lo primero y no he visto razón para cambiar"Por lo anterior resulta extraño enterarse que entre las obras de este legendario arquitecto figura ni más ni menos que ¡una casa para perro!.
La historia, contada por el propio dueño del can, Jim Berger, nos dice que en 1950 (algunas fuentes señalan que fue en 1951) Wright entregó los planos de la casa familiar a Robert Berger, profesor de ingeniería mecánica y padre de Jim, mismo que se dio a la tarea de construirla por si mismo.
Jim, que en ese entonces tenía 12 años, estaba necesitando una casa para Eddie, su labrador negro, así que respetuosamente, en junio de 1956 se dirigió a Wright en una carta pidiéndole un diseño para la casa del perro, como pago, Jim ofreció todo lo que había ganado trabajando en el reparto de periódicos durante varios meses.
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En ese entonces el arquitecto se encontraba ocupado (suponemos que en el proyecto del Guggenheim) y le dio largas, un tiempo después Jim volvió a escribirle y tiempo después, este sorpresivamente respondió con un set completo de planos que su padre ejecutó para construir la casa de Eddie. Cabe mencionar que, sinceramente conmovido, Wright se rehusó a cobrar por ese especial servicio.
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La perrera se integra perfectamente con la casa, Wright incluso sugirió al pequeño que usara la misma caoba filipina y cedro que se usó en la casa familiar, presenta una planta triangular y un tejado con la misma forma, el conjunto muestra la identidad propia de sus diseños.
Esta historia quizá no habría llegado a nosotros de no ser porque, mientras investigaba para realizar un documental sobre la obra de este genial arquitecto, el cineasta Michael Miner, conoció a Jim Berger, quien le contó sus historia y le prestó los planos, con los cuales se contruyó una réplica de la perrera de Eddie, para su exhibición.
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Sin duda, una muestra de humanidad y paciencia de un gran arquitecto. Pero existe también una parte chusca en esta historia, a Eddie nunca le gustó su perrera, ni tampoco a ninguna de las sucesivas mascotas de la familia Berger, preferían dormir en el pórtico de la casa, no cabe duda que los animales pueden ser clientes muy exigentes.
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Ĝis revido!
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